Adam Smith nació en Escocia, en un día primaveral de fecha desconocida
del año 1723 y fue bautizado el 5 de junio del mismo año. A los catorce
años abandonó su pueblo natal para ingresar en la Universidad de
Glasgow y a los veintitrés concluyó brillantemente sus estudios. En
1748 se le presentó la oportunidad de dar una serie de conferencias en
Edimburgo. Lejos de desaprovecharla, durante los dos años siguientes
disertó sobre diferentes temas como la retórica, la economía y la
historia dándose a conocer con éxito como escritor con la publicación
de algún artículo en la Edimburgh Review.
Con las conferencias cosechó un éxito tal que en 1751 le ofrecieron un
puesto de profesor de lógica en la Universidad de Glasgow. Tras un año
en este puesto, cambió las clases de lógica por las de filosofía moral,
que además de resultarle más interesantes estaban mejor remuneradas.
Para Adam Smith, se trató de una etapa de gran creatividad que él
definiría luego como el período más feliz de su vida.
En
Glasgow formaba parte de un selecto círculo integrado por
intelectuales, científicos y, en especial, por destacados comerciantes
dedicados al comercio colonial desde que en 1707, a raíz de su unión con
Inglaterra, éste quedara abierto para Escocia. Sus ideas y opiniones
sobre el comercio y los negocios representaron una información de
primera mano para el futuro economista y, en contacto con dicho círculo,
conformó las tesis que cristalizarían más adelante en su obra.
Efectivamente, Adam Smith impulsó de manera notable el desarrollo de la
economía como ciencia moderna. En 1776 se publicaron en Londres sus
Investigaciones sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las
naciones, en cinco volúmenes, una de las cimas del pensamiento
económico moderno.
La obra fue pionera en muchos campos y pronto se convirtió en su
trabajo más difundido. Representaba el primer gran trabajo de economía
política clásica y liberal. En ella se aplicaban a la economía, por vez
primera, los principios de investigación científica en un intento de
construir una ciencia independiente. Continuación del tema iniciado en
su obra filosófica (Teoría de los sentimientos morales, interesantee este enlace hecho por alumnos) y en base a la
misma, mostraba cómo el juego espontáneo del egoísmo humano bastaría
para aumentar la riqueza de las naciones, si los gobiernos dejasen
hacer y no interviniesen con medidas y regulación.
En las La riqueza de las naciones, Smith recoge y coordina críticamente
las teorías económicas elaboradas hasta entonces desarrollándolas
ampliamente y sobre todo tratando de recogerlas alrededor de un criterio
unitario: la autonomía de la actividad económica (cuyo fundamento es
la utilidad individual) respecto a la moral (cuyo fundamento es la
simpatía). "El hombre tiene casi siempre necesidad de la ayuda de sus
semejantes, pero la esperaría en vano sólo fiado en su benevolencia.
No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero de lo
que esperamos nuestra comida, sino de la consideración de su propio
interés". He aquí la primera afirmación de la teoría del hecho
económico en relación con la moral, sin que por esto surja entre ambos
ninguna forma de oposición.
Con esta premisa, pasa Smith a la construcción de su sistema. Superando
decididamente la posición fisiocrática, asegura que no es la
naturaleza, sino el trabajo, la fuente de donde una nación obtiene los
productos que anualmente consume. La mayor productividad del trabajo
depende de su división, consistente en la división del proceso
productivo necesario para crear una cosa en diversas fases, asignada
cada una de ellas a un operario. Es evidente que en régimen de división
del trabajo (unos fabrican sombreros, otros zapatos, otros pan), el
cambio es el supuesto indispensable para cuya generalización es
necesario el instrumento monetario, gracias al cual puede uno
procurarse lo que necesita a cambio de moneda.
Precisamente ésta es la teoría del valor-trabajo que adquirirá gran
importancia en el desarrollo paralelo de las doctrinas liberal y
socialista.
Antimercantilista, Smith criticó severamente la identificación de la
riqueza con la moneda, refutando la teoría de la balanza comercial y la
creencia en la superioridad del comercio interior en defensa de la
libertad del comercio. No se puede decir que Smith sea en sentido
estricto un fisiócrata, porque superó esta posición, aunque defendió la
teoría del "dejar hacer, dejar pasar" en interés general.
Adam Smith fue el primero en hacer de la ciencia económica una ciencia
en sí, distinta de la moral, sin crear por eso antítesis entre ambas.
La obra de Smith transformó radicalmente la teoría de la economía en el
siglo XVIII, al defender la idea de que la riqueza de una nación
procedía del trabajo de sus pobladores y no de sus reservas de dinero,
como afirmaban los mercantilistas, o de su producción agrícola, como
sostenían los fisiócratas. De la misma manera, aseveró que la división
del trabajo podía aumentar la productividad de éste y defendió la idea
de que los precios eran el mecanismo regulador que aseguraba el
equilibrio entre la oferta y la demanda. Con estas teorías, Smith sentó
las bases del pensamiento económico capitalista.
Las ideas de Adam Smith marcan, entonces, un antes y un después en la
historia del pensamiento económico moderno. Para nuestro curso,
identificar sus principales aportes, observar su visión del Estado y las
ideas que se desprenden en virtud de su concepción del valor serán los
ejes fundamentales de la clase relacionada con el primer pensador
clásico de la economía.